CASA CONNINGTON
Lord y Lady Connington, con los gemelos
- Lord Clemdall Connington (antes Baratheon) Estatus 5.
Clemdall
Baratheon era el hermano pequeño del futuro Lord de la casa, Kramm.
Desde bien temprano se ganó fama de ser un tipo arisco, con mala
relación con sus familiares (especialmente su hermano mayor) y con
un muy reducido círculo de amistades.
No
parecía que el futuro del joven Clemdall fuera mucho más allá del
campo de batalla, o de algún matrimonio que lo alejase de Bastión
de Tormentas para tranquilidad de muchos, pero el destino se puso
juguetón de la peor de las maneras. Y en el torneo de coronación
del nuevo rey, Villerys Targaryen, nada menos.
En
el incidente ya conocido como el de “el caballero del Abejorro”,
uno de esos insectos se enredó en el velo de la dama Naiwyn Tyrell y
ésta, lógicamente, tuvo que levantar la pieza de ropa de su rostro
para espantar al bicho.
Con
tanta fortuna que el joven Clemdall vió el rostro de la que era ya
conocida como la joven más hermosa de todo Poniente. Su tío, lord
Tyrell, tenía toda la intención de presentarla al joven heredero
para que se prendase de ella, se casase/la tomase como amante y así
evitase la presencia de conflictos entre caballeros que ansiasen la
mano, u otras partes de la anatomía de la joven dama.
Algo
se le metió en la cabeza del joven Baratheon, a pesar de los
consejos de su hermano y sus pares, y pidió la prenda de la dama
para el torneo de justas. Quien sabe si un poco confusa, la dama se
la concedió en lugar de al principe, y este montó en cólera.
Clemdall
y Villerys coincidieron en la primera ronda del torneo, y para horror
de todos el Targaryen ultilizó una lanza de madera solida para
descabalgar al Baratheon y, una vez en el suelo, desenfundó su
espada de acero Valyirio y se propuso ajusticiar al insolente
guerrero que había osado jugar con lo que era suyo.
La
cosa acabo con el cuello de Villerys roto y girado cual becerro en el
matadero, ante la impasibilidad de su madre y regente que, para
sorpresa de casi todos, perdonó al asesino de su hijo y le concedió
la mano de lady Naiwyn, para ahorrarse problemas.
Los
aliados del difunto príncipe clamaron venganza, y lord Baratheon
reaccionó regalando a su hermano el señorio vacante de Connington,
y ordenándole que asumiera la guerra contra los atacantes en
solitario. La casa Targaryen, en memoria del finado príncipe, se
lavó las manos del asunto.
El
conflicto duró una semana, estuvieron implicadas cuatro casas
menores de los Baratheon, y acabó con un derramamiento de sangre
bastante razonable. El grifo rampante de los Connington se alzó
triumfante y ahora, 11 años después, Clemdall dirige un señorío
despoblado, militarizado al extremo, y preparado para salir allá
donde Bastión de Tormentas ordene.
Personalidad:
Clemdall es tirando a seco en público, y no sabe fingir cuando
alguien le cae mal. Gobierna a sus allegados como si el mundo fuera
un campamento militar gigante, y espera que su voluntad se cumpla al
momento. No aguanta los juegos de palabras ni los modos cortesanos,
que suelen provocar en él explosiones de violencia cuando entiende
que le están faltando el respeto. De no ser por su esposa, dicen las
malas lenguas, habría muerto hace ya mucho en el Juego de Tronos, y
puede que sea cierto.
Ama
con locura a su esposa y a sus tres hijos, especialmente a la mayor.
- Lady Naiwyn Connington (antes Tyrell) Estatus 4.
Hay
quien dice que al nacer, sus padres supieron que sería la más
hermosa. Lo cierto es que fue como cualquier bebé, una criatura
rojiza, hinchada y llorona, pero al acercarse el fin de su infancia
sus pobres progenitores se percataron de que tenían un terrible
problema entre manos. Naiwyn, de un padre y una madre agradables
físicamente como mucho, había heredado lo mejor combinándolo en un
cóctel que se anunciaba mortal si no se gestionaba con prudencia. Su
tío Lord Tyrell vio en ella una oportunidad. Quedó en manos de sus
progenitores el darle una educación que pudiera salvarla de los
peligros subyacentes a ello.
Naiwyn
fue entrenada de forma tan intensiva como el más dedicado caballero,
sólo que en otros campos. Matemáticas, etiqueta, gestión de
recursos, cómo llevar un reino cuando tu marido o amante está en el
campo de batalla. Al llegar a sus quince años estaba tan confusa
como bella era, y eso es mucho decir. La fama de su encanto no paraba
de crecer, motivo por el cual su madre decidió que se pusiera un
velo y no se lo quitara para nada. Eso resultó un error táctico
dado que nadie pudo decir “Bah, yo la he visto y no es para tanto”.
A los rumores sobre su donosura se sumó un aura de misterio. Todo
apuntaba a un éxito o un desastre monumentales.
En
el torneo y celebración de la coronación del joven príncipe
Villerys (luego llamado el Breve), la dama tuvo un percance con un
abejorro. Por un segundo pensó con alivio que la picaría, le
deformaría la cara, y la gente desencantada murmuraría que su
belleza había sido algo así como un delirio colectivo. Pero la
naturaleza tenía otro designio en mente para la desgraciada
doncella, y el insecto, notándola tranquila, salió volando.
Con
el velo.
Y
entonces un joven Baratheon al que llamaban el Becerro, no
precisamente por su brillante inteligencia, la vio.
En
el torneo, el futuro Rey pasó ante ella, ella le mostró el rostro,
y el enaltecido y orgulloso Targaryen pasó de largo. Tras él, el
tonto Baratheon decidió pedirle prenda. Lady Naiwyn, ignorando que
Villerys ya había hablado con su tío comprometiendo su prenda,
pensó que el Príncipe no estaba realmente interesado, y en un
momento de ceguera y alivio cometió un terrible error: dio su prenda
al segundón. Allí ardió Desembarco del Rey. El futuro Rey lanzó
órdenes a diestro y siniestro para hacerla llevar a su cama una vez
acabara la competición, y no para dedicarse al tipo de sofisticado
amor cortés que acaba en placenteros abrazos. Su familia había de
ser presa y ejecutada por alta traición, ni que fuera a posteriori
de que se le coronara, y sin intención de insulto alguno a su
Majestad. En cuanto al Becerro, el dragón de Villerys estaba
presente en el campo de batalla, la lanza no era de competición sino
de guerra, el futuro rey salió con armadura completa y espada de
acero valirio. ¿Qué podía ir mal para el futuro del Príncipe, o
peor para los Tyrell?
Desde
su posición en la grada, la joven dama empezó a percatarse de
algunos detalles extraños: la Reina Regente entrando en el campo de
batalla a echar al dragón. La ausencia de la Mano del Rey, en este
caso de la Reina. Villerys sin duda contaba aún con una ventaja
injusta, pero cuando ambos contendientes descendieron del caballo, la
cosa se torció de la forma más inesperada, y el guerrero Baratheon
hizo una innoble presa al cuello del futuro Rey, con fatales
consecuencias para éste. Todos esperaban alguna señal para que la
pelea se detuviera, pero no llegó. Ninguno de los guardaespaldas del
Targaryen movió un dedo. Y al fenecer el joven a las puertas de su
coronación, la Reina Regente simplemente se levantó y aplaudió,
sin mover un músculo de su rostro.
Naiwyn
se encontró repentinamente avocada a un compromiso totalmente
opuesto al alto cargo que su tío esperaba que ocupara. Ella se dio
con un canto en los dientes: seguía viva y nadie la había violado y
torturado. Ser Clemdall podía no ser el más brillante del batallón,
pero no era mal parecido, y pronto declaró honorables, si bien un
tanto ingenuas, intenciones. Su hermano, Lord Baratheon,
ex-partidario del difunto Príncipe, no fue tan benevolente, pero la
verdad, a la dama sus argucias de segunda le parecieron previsibles,
infantiles y burdas. Igual que él.
Desde
entonces vive una vida bastante más tranquila de lo augurado, ya que
los ataques a sus tierras fueron rebatidos sin excesivo esfuerzo. Su
marido la adora, tiene tres hijos preciosos y algún bastardo de su
real cuñado que aterriza puntualmente por ahí. Dado que la esposa
del susodicho ya lidia con dieciocho hijos y un gorila, de los cuales
solo tres son legítimos (gorila no incluído), francamente no
considera que le vaya nada mal. Organiza banquetes para sus aliados,
se cuida de no ofender a nadie, y de mantener la cabeza de su marido
todo lo fría posible en relación con su cuñado.
Que
las cosas podrían ser mucho, mucho peor.
Eidor
Connington. Estatus 3
Eidor
tiene 10 años y una vida por delante como heredero de su casa. O al
menos, de presunto heredero. Su hermana gemela ha heredado de su
padre el vigor físico de los Baratheon, matizado por unas gotas del
encanto demoledor de su madre. Eidor, por su parte, no ha destacado
nunca ni por su físico ni por sus habilidades marciales, más bien
todo lo contrario. No es que sea un joven enfermizo, ni mucho menos,
pero aún no ha destacado en nada a diferencia de su hermana, que es
el ojito derecho de su padre. Por el momento su carácter, más
entusiasta que competitivo, le convierte en un joven vivaz que quiere
seguir sí o sí el camino del guerrero y la espada, aunque su madre
le está empezando a sugerir que quizá debería cultivar artes menos
físicas. Lo cual a él, que esta seguro de que va a ser un caballero
de renombre, le molesta profundamente... quizá porque secretamente
sabe que su madre tiene razón.
Clodio.
Llegó
como un botin de guerra del anterior Lord Baratheon, un esclavo
traído de Dorne hecho de músculos de acero y piel de color
obdisidiana. Afirmaba venir de las ciudades Libres, y un jovencito
Clemdall no tardó en interesarse por las curiosas técnicas de
combate cuerpo a cuerpo que enseñaba aquel instructor de aspecto
extraño. Con el tiempo, el guerrero pasó a ser la sombra de
Clemdall, y a día de hoy es el mayordomo de la casa Connington.
Se
desconoce su edad, pero Clodio debe rondar sobre los 50. Discreto,
silencioso y eficiente, cumple las ordenes de Lady Naiwyn con
discreción y eficiencia, roba lo justo, y mantiene en la más
absoluta discreción tanto sus numerosos idilios como su oscuro
pasado.
Por
orden de Lord Connington, ha entrenado a los hijos mayores del señor
en las mismas artes en las que instruyó a su padre. Aunque tiene
ciertas dudas sobre el talento de Eidor para el combate, tiene muchas
esperanzas puestas en el tremendo talento que muestra su hermana para
el aprendizaje marcial, aunque intenta disimularlo. Hay que decir
que, en ese sentido, disimula mejor que el Lord con sus hijos...
Orna
Septa de Connington: Acompañó a Naiwyn desde
Tyrell hasta Connington, es una mujer bien entrada a la cincuentena con mucha paciencia con los niños y poca con los haraganes. Fiel hasta la muerte a su señora, se ocupa de que todo lo que rodee directamente a la família, incluyendo la educación de los niños, esté perfecto.
Maestre Arno
Veteranisimo maestre (80 años), es el último heredero de los Connington anteriores a la llegada de la família regente actual, que tomaron el apellido como regalo de Lord Baratheon. Sin hijos y sin interés alguno por la política, se dedica a dar clases particulares a los jovenes señores, escribir sus memorias, y leer junto al fuego. Devoto de la paz (la suya), y de envejecer con tranquilidad ni sobresaltos.
Sangrevil. Estatus 2
Capitán del escuadrón de mercenarios de elite pagados por Connington. Alto, bien parecido, pero tremendamente cínico, es la mejor espada de Lord Connington. El que sea un acero de alquiler siempre le ha restado valor de cara a los demás caballeros, pero es una primera espada eficaz y extremadamente inteligente en lo táctico en el campo de batalla.
Su vida en el Nido de Grifos consiste en entrenar a sus hombres, mantener reuniones con Lord Connington y beber demasiado por las noches. Sin amistades conocidas, es un solitario por naturaleza que no parece tener muchos intereses en la vida.